CRISTINA MARTÍNEZ – 2º
BACHILLERATO
YO
TAMBIÉN ME HE CURADO
Aquí viene Julia,
apresurada y con una emocionante sonrisa que podría iluminar el Universo
entero. Emocionada se despoja de sus mochilas y tan solo corre hasta llegar a
mí, hasta abrazarme con todas sus fuerzas. Ha pasado un año desde su primera y
última visita, pero parece que fue ayer cuando esos preciosos ojos entraron por
la puerta.
La conocí una mañana
lluviosa, y como con todos los que pisan este lugar, entablé una maravillosa
conversación. Tenía veinte años y toda una vida de sueños por cumplir. Como a
cada peregrino, le pregunté su motivo del camino y ella sin ningún aspaviento
me dijo que era pedirle al apóstol ayuda para llevar bien su enfermedad. Hacía
una semana que le habían dado el diagnóstico y tan solo quería ver a Santiago.
Como cada respuesta que me dan, me puso la piel de gallina, me aceleró el pulso
y me abrió los ojos como platos. Nunca había comprendido esa fuerza con la que
venía la gente, esa espiritualidad que acompañaba los pasos del camino.
Hoy, un año más tarde,
Julia me cuenta que se ha curado; lo que era una plegaria para llevar bien su
enfermedad terminó en el fin de esta; está sana, curada y con la misma alegría
que aquel día.
Me llamo Julián, tengo
cuarenta y tres años y vivo en una pequeña casa junto al río Miño. Junto a ella
tengo una pequeña caseta para que pasen la noche los peregrinos y cada día se
llena de nuevas historias y aventuras. Lo que parece extraño es que jamás haya
hecho el camino, que nunca haya visitado al apóstol. La verdad, es que nunca me
ha llevado nada a ir, ni he encontrado ningún motivo para hacerlo. Sin embargo,
esta vez es diferente, Julia me pide que le acompañe a ver al apóstol; dice que
le tiene que dar las gracias y que quiere ir conmigo. Lo que más me sorprende
es mi respuesta, un sí rotundo, una afirmación que brota con fuerza de mi boca
y hace más grande aún la sonrisa de Julia. Juntos comenzamos a caminar, y es
ese día cuando descubro la magia del camino. Mis pies van solos y veo a todos
los peregrinos con una misma fuerza que no termino de comprender.
Una vez llegamos a la catedral
y veo la imagen del apóstol, mis piernas caen involuntariamente y posado de
rodillas experimento algo desconocido para mí, la verdadera y plena felicidad,
la paz interior, la alegría absoluta. Me quedo anclado al suelo y contemplando
al apóstol, al fin comprendo el camino: “Yo también me he curado”.
WENDY DÁVILA – 3º ESO
FE TRANSFORMADA
Era un día soleado y
templado, ya que las nubes estaban anunciando una fuerte tormenta. Ella estaba
en su habitación, pensando y reflexionando la vida que llevaba, las cosas del
pasado que extrañaba y el por qué estaba sufriendo en la actualidad. Llegó a la
conclusión que tal vez ese Dios que tanto admiran y buscan las personas
no existía, que era una mentira o que simplemente se había olvidado de ella.
Cada día que pasaba iba perdiendo su fe, poco a poco, ya no se sentía cercana a Jesús ni a
El día del viaje llegó y cuando llegaron a su destino, no sospechó nada de que la finalidad del viaje era un recorrido turístico por los templos que había en la zona. La duración del viaje era de tres días por lo que tenían que empezar cuanto antes el recorrido.
Como esta chica no lo sabía, en cuanto llegaron al hotel, fue al spa a relajarse. Los padres le llamaron la atención y ella no comprendía por qué, hasta que se lo explicaron con detenimiento, pero la verdad es que nunca se lo hubiera imaginado.
Subió al coche a regañadientes y sus padres se extrañaron de su actitud. Llegaron al primer sitio, un santuario bastante bonito dedicado a
Al día siguiente tocaba ir a un edificio muy famoso:
El tercer día, sentía emoción al visitar otros santuarios y cuando acabó el día y tuvieron que irse, sintió pena.
Finalmente, llegó a casa y pensó: "No ha habido experiencia más maravillosa en mi vida"
LAURA GONZÁLEZ - 6º PRIMARIA
UNA TARDE ALEGRE
Era más o
menos la primera semana de primavera. Acababa de hacer la primera comunión y me
sentía feliz, libre…Por motivos familiares había hecho al comunión con doce
años. La primavera, este año, era soleada y los pájaros no paraban de cantar.
Los árboles del parque de enfrente eran verdes y amarillos. Todo el paisaje
parecía una postal. Yo, según mis padres, era inteligente, soñadora, cariñosa y
amable. Mis padres me habían llamado Marisol porque nací en una soleada tarde
de verano. Mi mejor amiga, a la que conocería más tarde, era alta, simpática,
tenía unos ojos verdes como las esmeraldas y su pelo era negro como las plumas
de un cuervo. Y se llamaba María
Como de
costumbre, me tomé la merienda y recogía las cosas. Como estábamos de
vacaciones y no teníamos colegio, cogí una cesta y me fui a recoger manzanas al
parque. Cuando me disponía a coger una manzana de la rama de un árbol, escuché
que alguien me estaba saludando. Me di la vuelta y vi a una niña, la niña que entonces no
conocía pero que iba a ser mi mejor amiga.
Ella me dijo:
-Hola, me llamo María, y tú ¿Cómo te
llamas?
-Me llamo Marisol y tengo doce años – le
dije a María-
Ella me preguntó:
-¿Por qué estás tan contenta?
Yo le dije que
acababa de hacer la primera comunión, y que, como estaba más cerca de Dios,
nada podía hacer que dejara de sonreír. María me dijo que ella no había hecho
la comunión así que yo le expliqué por qué era importante:
-La comunión es algo muy bueno. Te hace
estar más cerca de Dios y quererle más. Y te preparas yendo a la catequesis, te
enseñan todas las cosas que hay que saber sobre Dios y luego la confesión
limpia tus pecados
A María le
pareció algo muy bonito lo que acababa de oír y me dio las gracias. Jugamos un
rato y comimos alguna manzana. Nos despedimos y quedamos para vernos al día
siguiente. María se acercó corriendo hacia mí y venía muy contenta. Me dijo que
les había explicado a sus padres lo de la primera comunión y sus padres le
habían dicho que la podía hacer. Me invitó a su celebración
Pasó un mes y
llegó el gran día, el día de su comunión. Fue el mejor día de su vida y además
nos lo pasamos genial. Somos muy amigas y a veces quedamos para hacer algún
plan. Y nunca ha parado de darme las gracias por hablarle de la Comunión
ALICIA ALMIRANTE – 5º PRIMARIA
CARTA DE SOFÍA
Una vez una niña llamada Carlota, se levantó de la
cama y bajó a coger las cartas del buzón. Había una carta para su madre, padre, abuelo y abuela;
miró bien y al final había una carta que
era para ella. La abrió inmediatamente y ponía…
Querida hermanita:
Te he escrito esta carta desde la universidad de
Madrid. ¿Qué tal te va la preparación
para tu Comunión? Te voy a contar cómo me fue a mí. Yo, al salir del
colegio, iba a catequesis , allí me contaban historias de Jesús, que me
encantaban. También me acuerdo de la primera vez que me fui a confesar, estaba
más nerviosa… Entré y empecé a decir mis pecados, luego salí y me puse “supercontenta”, sentí que di un paso y me acerqué más a Jesús.
Pasó una semana y llegó el día
de la Comunión. En
ese momento sí que estaba nerviosa. Cuando llegó el momento, el sacerdote me
dio el cuerpo de Jesús y me alegré mucho. Me puse de rodillas a rezar a Jesús,
le dije miles y miles de cosas. Para mí fue uno de los mejores días que podía
haber tenido.
Hermanita, espero que estés tan contenta como lo
estuve yo.
¡Iré a verte!
Te quiere, tu
hermana Sofía.
Sofía
Mónica García (4º Primaria)
Este Año de la Fe está siendo impresionante. En este año
hemos hecho muchas cosas, por ejemplo, un trabajo de Gaudí. Pero eso no es lo
más importante para mí. ¡Es que nunca había vivido un cónclave! El Papa
Benedicto XVI renunció el 28 de febrero. Hace poco que han elegido al nuevo
Papa, que se ha puesto de nombre Francisco. Pero ese no es su nombre de verdad.
El día que iban a elegir Papa, yo estaba en mi casa viendo la fumata negra,
hasta que apareció blanca. Pasó un buen rato hasta que salió el Papa al balcón.
Primero me fijé en cómo era y luego en su nombre. Nunca nadie se había puesto
Francisco. Lo primero que hizo fue ponernos a rezar a todos.
Manuela Iñarra (3º
Primaria)
Seguimos celebrando este gran Año de la Fe. Hace poco
Benedicto XVI dejó de ser Papa. Pasaron nos días, vino un nuevo Papa. Le vi por
la televisión cómo salió al balcón diciendo hola a todo el mundo que le estaba
viendo. El nuevo Papa rezó en el balcón un padrenuestro con todo el mundo, por
Benedicto XVI y me pareció muy majo. Yo cuando salió el Papa me puse muy
histérica y al día siguiente estuve supercontenta porque teníamos Papa. ¡Yupi!
No hay comentarios:
Publicar un comentario